Minuto
CHAVA PORTILLO

Si usted es de los que creen que lo que hacía Alejandro Alvarado Téllez en el penal de Ciudad Juárez Chihuahua es una primicia está pero bien equivocado. Los excesos en toda la extensión de la palabra en los Centros de Readaptación o penales como no quieren que se les refiera porque ser una agresión a los Derechos Humanos de estos inhumanos sujetos, son una costumbre que se da desde que la humanidad creó la cárcel como castigo a los que violan la ley.
El director del CERESO número 3 fue cesado y puesto en investigación por la increíble fuga de 30 reos y asesinato de 17 custodios al momento que grupos criminales asaltaron las instalaciones del Centro de Reinserción Social en una acción que pensábamos solo se veía en las películas de acción de James Bond o Sylvester Stallone rescatando a líderes de un cartel asesino.
Cinco camionetas de todo tipo y cincuenta hombres rudos arribaron al penal de Chihuahua como objetivo principal: liberar al capo Ernesto Alfredo “Neto” asesinado inmisericordes de paso a diez y siete policías, guardias y custodios.
Pero vayámonos por partes. Cerca de las 11.00 de la noche y por espacio de cuarenta minutos increíblemente entraron al penal las camionetas tripuladas con sicarios armados hasta los dientes y la presencia de policías estatales, municipales, la “gloriosa” guardia nacional y los infalibles “guachos” -soldados- hicieron acto de presencia dos horas cinco minutos después de la sarracena. ¡aunque usted…no lo crea!
Luego de la rebambaramba, ¿qué cree usted que declararon las autoridades penitenciarias? Que habían encontrado en las celdas cuatro ametralladoras, dos escopetas calibre 12, doscientos cartuchos, una pistola .9mm y dos granadas de fragmentación. Poco o nada dijeron de once botellas de wiskey, polvito vacilador, yerba verde para completar la fiesta inolvidable.
Hace algunos ayeres y por azares del destino les confieso que fui a visitar a un amigo al penal de Puente Grande Jalisco y de lo que fui testigo es difícil de creer. Era la época “dorada” en que Joaquín Guzmán “el chapo” era Juan Camaney, un camarada celebraba su cumpleaños y esa ocasión se dieron cita mariachis, bandas, tríos, marimbas, alcohol, coca y hubo hasta la presentación de caballos bailadores como exhibición para el cumpleañero.
Una cantidad generosa de damas de dudosa reputación con buen ver y mejor tocar engalanaban con su presencia el espectáculo ecuestre folclórico de difícil creer, todo obviamente con el beneplácito del director del penal y los custodios que sumisos atendían a los invitados de afuera y dentro del recinto.
Así es que como dice el presidente López ¿y no me salgan con que la ley, es la ley” lo sucedido en Ciudad Juárez es solo un eslabón más de la podredumbre de la política carcelaria y producto de la fallida postura de “abrazos, no balazos” . En Nuevo León existía en el desaparecido penal del Topo Chico un personaje de nombre Belisario originario de Los Herreras y platican los que les consta que había orden y mano dura, porque las costumbres eran distintas y mejores.
Las fugas en los penales como la del “Neto” se seguirán dando porque los penales son una basura y la señora Rosa Icela Rodríguez debería estar haciendo tamales o cuidando a los nietos, porque para ser torero, primero se necesita parecerlo, además de serlo y la señora como secretaria de seguridad ni es…ni lo parece.
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