
Y es que no sé si soy de las pocas personas que me encuentro realmente consternada
por el contexto político que atraviesa nuestro país. Y aunque tengo que admitir, que los
descuidos y tonterías que han cometido nuestros “fabulosos” candidatos a ocupar la
cabeza del Estado mexicano me han generado un jugoso entretenimiento sobre todo
dentro de las distintas redes sociales, hay que poner especial atención, que por más que
avanzamos y nos acercamos al “día D”, al día “de la verdad” mi preocupación incrementa
cada vez más ¿Por quién diablos voy a votar? ¿Anularé mi voto? O de plano ¿votaré por
Andrea Karenina? No lo sé.
Nos encontramos a menos de cuatro meses de que todos salgamos a las urnas y
votemos por “el menos peor”, y aún no puedo ver un panorama claro. No encuentro una
línea congruente dentro de ninguno de los candidatos, no puedo constituir la ideología
que está impulsando cada uno, ninguna propuesta, ninguna solución, nada.
Gran parte de la culpa la tiene las instituciones electorales las que en mi opinión, más que
ayudar, solamente están estorbando (y ya sabes lo que dicen respecto a eso). Con sus
nuevas reglas electorales, en vez de impulsar el proceso democrático de nuestro país,
sólo lo están entorpeciendo (y valla que eso ya es difícil).
Precampañas, Intercampañas, las “Campañas previas las Campañas”, las Postcampañas.
¿A quién le importa? Hace seis años, a cuatro meses de las elecciones ya teníamos una
idea de que estaban proponiendo cada uno de los candidatos. Ya se había satanizado
lo suficiente a López Obrador, se había generado escándalo por la propuesta “hippie” de
Patricia Mercado, Fox ya había sido criticado por poner su dedo en donde no debía. Y
eso nos ayudó de cierta forma, a los que participaríamos por primera en un proceso de
elección popular, en forjar una opinión con respecto a los cinco candidatos que buscaban
en ese tiempo la presidencia en el 2006.
Cortinas de humo, circo mediático, fuegos artificiales, comedia en las redes sociales y
en los medios de comunicación; todo esto generado por los descuidos cometidos por los
candidatos de dos de los más importantes partidos en nuestro país. Es todo lo que hemos
podido ver hasta el momento, generando discusiones y escándalos que en verdad a nada
nos está llevando. Y es que en ocasiones me pongo a pensar ¿qué acaso el PRI y el
PAN se pusieron de acuerdo para evitar al máximo discutir de los verdaderos problemas
que atraviesa nuestra sociedad? ¿Los medios de comunicación es su arma y el IFE
su escudo? Me imagino a las “grandes mentes brillantes” de nuestro país articulando
un “chupa cabras” mediático para distraer la opinión pública de nuestro país, ínsito no
niego que en ocasiones es muy divertido.
Vamos a decir que el candidato que más ha ganado dentro de todo este pan y circo
mediático ha sido hasta ahora el candidato de la coalición de izquierdas, Andrés Manuel
López Obrador. Ya que como dicen en mi pueblo “calladito se ve más bonito”. Y a pesar
de su largo historial de escándalos políticos a los cuales nos acostumbro a lo largo de
los últimos diez años, AMLO ha decidido hacerse a un lado y dejar que sus compañeros
candidatos Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto realicen todas las acrobacias.
Pero al final del día, ¿qué nos queda? Unos “meten la pata” y otros se quedan callados,
llegamos a lo mismo, no tenemos política.
En sus marcas, listos, FUERA!... la fecha de inicio de las campañas esta cada día más
cerca. Aquí la pregunta fundamental es, ¿qué posición prevalecerá?; debate o circo,
fuegos artificiales o verdaderas propuestas, soluciones o comedia. WE WILL SEE…