Minuto
CHAVA PORTILLO
Soy de los empedernidos soñadores que cada seis años escribimos nuestra carta a Santa Claus pidiendo que ahora sí llegue un ser divino que sea honesto, trabajador, que respete la Constitución y que de perdido trate de emular a Hilario Ramírez el cínico “Layín” alcalde de San Blas Nayarit que sí robó, pero poquito.
Pero no, estos restos que serán viandas para los gusanos, no alcanzarán a vivir lo que deseé toda mi existencia y cuando habíamos pensado que el peor presidente había sido el innombrable Salinas de Gortari, nos quedamos cortos cuando por accidente llegó Ernesto Zedillo que de un plumazo regaló los Ferrocarriles Nacionales de México dejándonos en el lamento eterno.
Pero no termina la novela, después vino el ranchero de las botas y madre santísima de la virgen de los siete puñales nos manda diosito a Vicente, que llegó en combo con la boticaria de Celaya con sus medias de popotillo, pero las uñas largas y haciendo una yunta increíble, agarrada de la mano de Bernardo Gómez peón de estribo de Emilio Azcárraga Jean en televisa hicieron lo que se les antojó la gana, pero no termina la novela…
De la dipsomanía de Calderón poco podemos aportar porque el tiempo que andaba en estado de sobriedad era poco y salvo el pecado mortal de dejar hacer todo y lo demás a Genaro García Luna, entregó un petate muy percudido a Enrique Peña Nieto que además de tonto fue irresponsable, porque pensaba solo en peinarse bien y cuidar a la mariposita de vodevil hasta que cometió el pecado que le seguirá hasta que rinda tributo a la madre tierra como dicen los cursis. ¿cuál? ¡Dejarnos al cocodrilo!
Llegó lo peor de lo que pueda usted imaginar en la figura del emperador de pacotilla haciendo todos los desmanes narrados en este y todos los espacios de todos los medios que no cobran en palacio nacional. No deseo saber si es usted priista, panista o ateo, sea blanco prieto o aguilillo, alto, chaparro o barrigón, pero deseo que se calce los zapatos de César Garza alcalde de Apodaca que sufrió en carne propia la bestialidad de Samuelito que es considerado hoy, el alumno más aventajado de la escuela morena, por la forma abominable y execrable en su manera de manipular el bastón de mando.
Si no se enteró, le doy una sinopsis del vomitivo caso. El padre del alcalde priista, hombre de más de ocho décadas, viudo, apacible y pensativo como solemos ser casi todos los de la cuarta edad, viviendo en una casa ordinaria en el tranquilo pueblo de Apodaca, fue sorprendido por unos gañanes enviados por “mandos superiores” que no pueden ser más que: Javier Navarro inservible secretario general de gobierno, -con minúsculas- Juan Ignacio Barragán director de agua y drenaje que no ha renunciado, o el gobernador Samuel García.
Nadie puede imaginar que exista un hombre poderoso y malvado que por hacerle daño a la imagen del joven Sami haya ordenado por sus pistolas reducir el agua de la casa del anciano cuando el recibo estaba al corriente y que despertó la ira de César que, si llegara a verse las caras con el petulante gobernador, quién sabe de que color pinte el verde. Lo que si le puedo asegurar que una acción como esta, ni se perdona ni se olvida y muchos de los que no somos pez ni mar, estamos con César, no con el cabroncito payaso.
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