Minuto
Por CHAVA PORTILLO
Si de algo debemos estar plenamente convencidos los mexicanos es que tenemos en el presidente López un tipo con inteligencia, terquedad, pero sobre todo astuto, que nunca sabremos si está hablando en serio, bromea o miente diciendo la verdad.
No tiene empacho ni le falta valor para para meterse en berenjenales que cualquier ser pensante la sacaría la vuelta como cuando inventó lo de la guerra contra el huachicol, la cancelación del aeropuerto de Texcoco o el monumento a la desfachatez y la ironía con la rifa del avión que ni se ha vendido, se rifó pero no se rifó y seguimos pagando un alto costo por su mantenimiento al que saca provecho ya que ayer nos restregó que sus viajes con su asistentes en el año ronda entre los cinco millones de devaluados pesos, mientras que solo el último zafarrancho de Peña a la república Argentina en ese avión, tuvo un costo de quince millones de pesos.
Lo peor del caso es que le asiste la razón y ese es el ingrediente más efectivo que maneja el cocodrilo, se basa en que los presidentes pasados siempre se pasaron de lanzas y ni modo como reclamarles si algo que maneja López es que sí practica una modestia republicana, aunque muchas estén maquilladas, como el caso de Nicolás Molinedo, aquel famoso chofer del Tsuru blanco que desapareció del panorama aunque algún reportero lo encontró como alto ejecutivo de una paraestatal cobrando un sueldo envidiable de trescientos mil baros por mes.
Pero para variar el cocodrilo sacó la baraja del engaño y las cartas de lo que podría suceder. Para esto el tabasqueño es mucho muy hábil, porque cuando siente que un cirio se le está agotando de inmediato prende otro para no perder la atención del respetable y no inventa cortinas de humo, él escribe, dirige y actúa una novela y solo él sabe cuántos capítulos tiene el melodrama, pero sobre todo, cuál es el final.
Destapa a Claudia Sheinbaum, -obvio- despista con Esteban Moctezuma, pero no menciona a Monreal, destaca a la imposible Rocío Nahle y se burla de nosotros cuando se atreve a decir el nombre de Tatiana Clouthier, hágame usted el favor. O sea, queda bien con su cómplice Ricardo Salinas Pliego, nos provoca al decir que Rocío tiene tamaño y se aventura con semejante engaño al hablar de la tía Tatis. No joda señor presidente.
Para darle un poco de seriedad refiere a Juan Ramón de la Fuente para que nadie lo critique y cierra el juego con la obviedad del carnal Marcelo al que le da permiso de hacer una pachanga de cuates con mariachi y todo el bombón de esposa -dicen que fingida- Rosalinda Bueso no dejó de apapachar al Canciller que la verdad tiene más tela de donde cortar que los demás tiritititos.
La impresión que causa López es que le gusta y le complace divertirse engañando con la verdad, porque sabe bien que primero, falta mucho tiempo, espera a ver quién se acelera, o se desinfla, se la cree, dice: paso, quienes se encabronan porque no fueron considerados, los que meten zancadilla, los sumisos y los que saben que pueden ser porque en la intimidad de su alcoba les insinúa que ahí late su corazón.
No nos sorprende que el presidente se atreva a jugar al pípis y gañas porque muchos saben y entienden que el que se ríe se lleva y el que se lleva, se aguanta. Quítale el número que pensaste y sale el resultado.
Si eso hace todos los días en la mañanera, no entiendo porque no imaginan que seguirá el mismo juego, nada más que en otro escenario y el carnal Marcelo, hasta se lo cree.
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