Minuto
Por CHAVA PORTILLO

No es nuevo que los hermanos mexicanos de las etnias, tribus y pandillas fuera de lo que podríamos considerar “gente civilizada” acostumbren aplicar justicia por propia mano en el muy acendrado principio de la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente.
En días pasados tanto en Oaxaca como en Morelos, en la comunidad de Tres Marías donde obligadamente hacemos un alto cuando viajamos a Cuernavaca o Yautepec degustando unas quesadillas de chicharrón, huaraches de quesillo y un menudo con pata, con todo el salvajismo y atrocidad que el ser humano niega pero permite, fueron quemados vivos un par de infelices.
Su delito, que no fue poco, haber intentado secuestrar un par de chiquillos, uno de diez años, el otro escasos dos, con los fines que usted pueda imaginar, ninguno es perdonable.
El chisme que corrió como pólvora encendida -decían unos- querían violarlos, otros que querían secuestrarlos, los menos pero más sanguinarios aseguraban que habían dicho que dijeron porque los escucharon, que los matarían para venderlos en pedazos, las corneas, los riñones, el hígado en un cruel mercado diabólico.
Los más mesurados, hablaban que los querían secuestrar para pedir rescate y como quiera privarlos de la existencia.
El acto levantó escozor entre los que pudimos observar en los noticiarios nocturnos como el de Imagen de Ciro Gómez Leyva, que con el sello de la casa, suele ser poco más atrevidos y aunque no proyectan el momento exacto que son “tatemados” con gasolina, sí pudimos darnos por enterados de la macabra escena quedando solo los restos achicharrados de los delincuentes luego de haber sido sometidos a una madriza que los enardecidos y enardecidas habitantes se les hacía poco el castigo, utilizando la frase tan pegajosa como de moda: ¡tengan para que aprendan!
Según rumores de las pocas encuestadoras que hacen de cualquier nota un proyecto de escándalo, un ochenta por ciento de los aterrorizados televidentes estaban de acuerdo en que los masacraran ya que: si hubieran sido apresados, un juez corrupto los hubiera liberado y en libertad, harían lo mismo a otros infantes.
Otra gran cantidad de encolerizados ciudadanos, con un buen abogado no hubiera pasado que los sentenciaran con penas baratas y Begin to Begin, los más indulgentes pusieron en la disyuntiva de aplicar la sentencia del bronco Heliodoro; que les mochen las manos y de no haber escarmentado, muerte en el paredón y así, se acabó la rabia.
No creo ser de conciencia lapidaria pero sí de mecha más o menos corta y sigo pensando que existen delitos que no deben de aceptar la piedad ni perdón como acto de contrición y ese es uno de ellos. Una serpiente de esa calaña no creo que tenga otro calificativo y el corte de las manos, suena a misericordia y la verdad, no estamos para bollos, dijo el horno.
Sigo pensando que la ley de Talión es sentencia absolutoria, cometes un delito: mochen una mano, reincides: la otra, sigues: muerte por empalamiento y san se acabó. Verán como de un día para otro y al hacer saber qué significa el empalamiento, se acabó pa siempre.
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