Minuto
Por CHAVA PORTILLO

Con la llegada de Samuel García a la gubernatura, como es usual se rompen paradigmas, cambian sistemas, el talento humano muchas ocasiones injustamente sustituido, modifican estilos y hasta colores o emblemas que identificaban equipos salientes son cambiados, muchos con razón, otros tan solo por mear el territorio del “ya llegué”, pero en esta ocasión estirando la cobija percudida de la deshonestidad se dan a conocer inmoralidades que algunos imaginan que ya desaparecieron como suele decir el cocodrilo mayor en repetidas ocasiones que esto… ya no es cómo antes.
La gran temporada de diez y ocho años que estuvo al frente de la dirección de operaciones Juan Carlos Pulido Quintanilla en Agua y Drenaje de Monterrey solo tiene una explicación, no justificación, que los directores generales jamás pusieron un “hasta aquí” al badulaque que hizo de la empresa su centro de operaciones.
Era del dominio público las cantidades exorbitantes que Pulido se jactaba de manejar a placer como una medalla que colgada al pecho presumía sin existir poder humano que se opusiera, ya no de la dirección de la paraestatal, sino también de la oficina del gobernador o el tesorero en los tres sexenios que tuvo el poder de hacer a placer lo que quería.
Dinero en efectivo a carretillas de los proveedores que tristemente pasó a ser del 15 al 25% y fue del conocimiento de muchos que los maletines de millones tenían su destino final a la oficina del Golden dady padre de Rodrigo Medina en la colonia del valle.
Absolutamente nadie, tenía el poder ni las agallas para pedir cuentas al patán y las dos ocasiones que intentó Gerardo Garza hacerlo, estuvieron a punto de salir a golpes del privado del director si no es que tres de los seis guaruras que protegían al bandido lo impidieran.
Además de las montañas de efectivo, Pulido gustaba de realizar bacanales en una quinta que disfruta en la presa de la boca con alcohol de sobra, polvito vacilador del que es sumamente adicto y damas profesionales de quince mil pesos los “servicios” o chavitas ingenuas necesitadas que buscando una oportunidad de entrar a trabajar en AyD accedían a sus deseos. El otro exceso era la de adquirir carros de carreras y llegó a tener once exóticos de marcas europeas para competir.
Recordarán un día que en el autódromo compitió en un Ferrari dorado que al final de la carrera se incendió, pero no fue impedimento para que más tarde concursara en una pick up modelo cincuenta y uno -modificada obvio- perdiendo por cierto la carrera. Así se las gastaba el sinvergüenza. Y eso muchos funcionarios dentro y fuera de la empresa ¡lo sabían!
Pulido es todo un bandido que jamás sabremos porqué Natividad, Rodrigo o el mismo Jaime Rodríguez aceptaron el poder universal que ostentaba dilapidando millones de dólares a sus bolsillos. Se dio el lujo el badulaque el día que salió por fin de la empresa obligado por la policía, de besar el piso del edificio que lo albergó diez y ocho años robando dinero a raudales.
Pero llegó Samuel y no creo que le tiemblen las piernas ni se le afloje el cinto como para meterlo a la cárcel por tiempo indefinido como a los raterillos de poca monta matrimonio que saltaron del Instituto Registral y Catastral donde cobraban sin trabajar. Ya están en chirona sentenciados y obligados a regresar al erario tres millones de pesos.
Este barbaján deberá de irse pronto a la cárcel y los cómplices que operaban, así como un personaje que apodan “el rojo” en la colonia Mirador del que le daremos más información que nos hacen llegar. minutochavaportillo@gmail.com