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Las marchas malditas

By diciembre 10, 2021No Comments

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CHAVA PORTILLO

curson.mx

Los que hemos tenido la desgracia o fortuna de vivir en la CDMX estamos habituados al fenómeno de plantones, marchas, huelgas, disturbios y distancias kilométricas que siempre se traducen en tiempos muertos arriba del auto aún con todo el avío que significa un transporte colectivo subsidiado por papá gobierno.

Todas las reuniones significan trasladarse por grandes recorridos y cualquier reunión se calcula en mínimo en dos horas a partir de recibir la convocatoria.   Así es que un embotellamiento de media hora en avenida Leones, Gonzalitos o Morones no nos sabe ni a melón y llegamos luego del retraso con buen humor y ganas de hacer sobre mesa.

Pero el destino nos alcanzó y nuestra ciudad que aun huele a pueblo grande y todavía extraña sacar las mecedoras a la banqueta para ver pasar los pocos autos circulando cada día es más frecuente darnos cuenta que estamos viviendo otra pesadilla.

El fenómeno de las marchas y bloqueos siempre han sido molestos, irritantes e insoportable sea cual sea la causa o el promovente, así sean los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, la carencia de fármacos para los niños cancerosos, que los arrastrados estudiantes asnos que les pusieron un examen de admisión con un  mínimo de calificación que consideran inalcanzable, injusto y “despiadado” para ingresar a la Facultad de Medicina, para realizar un bloqueo por la calzada Madero en la colonia mitras.

El injustificado aumento en las tarifas de agua y drenaje, el mal servicio del transporte de camiones urbanos o porque eliminaron a los maletas rayados son motivo suficiente para cerrar una avenida y causar molestias a todos los que poco o nada tenemos que ver con sus exigencias.

Hace un par de días en la avenida Las Torres y río Nazas a unos metros de la oficina de la Delegación del Instituto Nacional de Migración que cambia de responsable como cambiar de calzones pero tiene la misma utilidad que la inútil Judith Díaz, los ilegales ciudadanos de Haití se tomaron el lujo de cerrar las avenidas porque el bueno para nada delegado no los recibía ni les entregaba la urgente visa provisional para permanecer en nuestro país o que les sirva de salvoconducto para llegar a la frontera americana sin ser molestados.

Eso naturalmente, como exigencia para que fuera rápida, exacta y cumplir sus necesidades de migrar o conseguir un trabajo, mismo que siendo los mexicanos los que tienen ese derecho, los Haitianos sí toman en cuenta esa mamarrachada de los derechos humanos y si no les cumples sus necedades a las exigencias toman por la fuerza lo que consideran que les corresponde.

¿Qué obligación tenemos los mexicanos? de: recibirlos, soportarlos, brindarles transporte, facilidades, permisos, alimento, medicina, cobijo, riesgo de contagiarnos y “recibir” todos sus deshechos corporales y su insoportable presencia, y en caso de no ser recibidos en el vecino país del norte, facilitarles transportación aérea -obvio- para que regresen a su tierra a donde no desean regresar porque no tienen garantías, oportunidad de trabajo, simplemente comida o calidad de vida como la que gozamos en México con todo y que tenemos un presidente fuera de sus cabales.

Primero, ¿quién los dejó entrar? Segundo porque los dejaron enquistarse y tercero ¿Cuándo les vamos a exigir que se vayan y nos dejen vivir en paz?   Que batallen con su presidente, como nosotros con el nuestro.  Cada quién con su penitencia.

minutochavaportillo@gmail.com