Minuto

Disculpando el eufemismo no debemos quejarnos, el presidente López ha aportado al léxico mexicano conceptos y modismos que hoy están de moda y difíciles de ignorar. Nunca jamás antes la mejor excusa para dar por terminada una discusión era tener otros datos, la conclusión, aunque lépera y procaz no brinda opción de aportar ni exigir testimoniales y en el improbable caso de llegar a un callejón sin salida, el colofón que menos discusión admite, ¡vete al carajo!
No recuerdo, pero no han sido pocas las ocasiones que el presidente López con la “autoridad” que le brinda ser el virrey tabasqueño que habita un palacio real, nos ha mandado al carajo que en términos coloquiales nacionalistas es equivalente mandarnos a la chingada, que la primera expresión siendo muy baturra tiene el mismo significado que el que se creó en la universidad maturranga de Tepito donde su rector ad vitam es el corriente y vulgar Cuauhtémoc Blanco que aunque usted no lo crea…es gobernador, de Morelos, pero gobernador.
Gustosos del archivo aseguran que catorce ocasiones otros eruditos dicen que diez y seis el cocodrilo ha utilizado ese término que puso de moda la pasada semana después de su visita a Cuba donde prometió contratar médicos cubanos para trabajar en la sierra de Guerrero y como respuesta general le dijeron que primero brinde oportunidad de trabajar a los de casa, aunque López remató su plegaria con el sermón tradicional desde Sonora culpando -obvio- a los conservadores que estaban -según él- encabronados arengando: ¿saben qué? Váyanse al carajo.
He llegado a entender que: primero, las reyertas y pleitos son contra un intangible porque los conservadores, fifíes, pseudo ambientalistas, fantoches, hipócritas, exquisitos y todo el generoso zoológico que siempre tiene a flor de labio te ofrece la oportunidad de ponerte el saco, si te queda y en cualquier momento te revira diciendo que no era para ti, si no, ¡regrese al inicio del artículo…! váyase al carajo! Porque tengo otros datos Discusión terminada.
Y mientras todos nos revolcamos en la reyerta verbal que si tiene razón o no, él suele hacer lo que le da su regalada gana como en el caso de los doctores cubanos, que nadie está contra de que aporten algo sino más bien que primero solucione los problemas internos, dicho de manera campirana, no me enoja que me digas perro, sino la perra forma que me lo dices.
Lo que si queda de evidencia es que el cocodrilo mayor no es tonto y hace siempre lo que se le antoja y para eso ha hecho aportación valiosa al diccionario tepiteño con ese par de modismos importantes para acabar las discusiones. No sería el primero, ya el señor Mario Moreno Cantinflas sumó el término “cantinflear” reconocido urbi et orbi.
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